... y aprovechando que habían sobrado algunas de la cocina, hemos rellenado esta cesta increíble:
No, no os engañan los ojos: ¡la cesta es una nuez! El padre de una conocida es quien, con mucha paciencia, mucho amor y una navaja, se las hacía desde que era una niña, y ella ha regalado unas cuantas; como no podía ser de otra manera tratándose de miniaturas, una ha caído en nuestras manos. Y hemos decidido devolvérsela a su anterior dueña llena de fruta, acompañada de un par de tomates para darle más color.
Espero que tanto a ella, como a su padre -que ya es mayor y ahora le cuesta hacerlas- le gustes como ha quedado.
Y, por supuesto, a vosotros también.
¡Hasta pronto!